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An Medina

Es momento de cambiar



Sé que en muchas ocasiones nos suceden cosas terribles y muy dolorosas, pero el mayor problema no es eso que sucedió o eso que nos hicieron, el mayor problema reside en nuestra mente que no se cansa de repetir una y otra vez todas aquellas cosas malas que en algún momento nos hicieron sufrir.

Y es que lo que nos sucede es que nos negamos a aceptar esa realidad, eso que nos dice que algo debe cambiar, eso que nos indica que esa situación ya terminó y que de una u otra manera también debemos cerrar ese ciclo de una vez por todas.

Pensamos que con el cambio perdemos algo, pero en realidad, no nos damos cuenta de que con el cambio, por pequeño que sea, traemos una nueva oportunidad a nuestra vida, creando así nuevas e ilimitadas posibilidades.

Es la impermanencia, lo único permanente. Es el “no hacer” lo que provoca el estancamiento e impide el avance, un pozo sin fondo del que es complicado salir a no ser que se cree ese cambio que en la mayor parte de ocasiones, es necesario.

Para poder cerrar etapas debemos empezar a pisar la realidad y entender muy bien lo que sucedió, porque de lo contrario estaremos siempre pensando por qué yo, por qué a mí…, tratando de entender por qué sucedió o no sucedió X aspecto en nuestra vida… Por ello, si tienes la oportunidad, camina hacia aquello que necesitas cambiar y habla, exprésate, comunica tu vivencia y abraza la vivencia desde la otra perspectiva, intenta entender los porqués de entonces para así poder mirar hacia adelante con un nuevo enfoque, pues no hay mayor desgaste que un porqué continuo y no resuelto ya que en la vida, todo: tú, yo, tus amigos, tu ex-pareja o pareja, tu familia… todos, debemos pasar de hoja y leer el nuevo capítulo, dejando que cada situación y personaje aparezca (o no) de una nueva manera. ¿Te imaginas cómo sería un libro en el que todos los personajes hacen siempre lo mismo en cada uno de los capítulos? Seguramente dejarías de leerlo…

El pasado, ya pasó, él ahora es lo único que tienes y es en lo que debes centrarte, en el ahora con quién eres tú en este mismo instante (con tus emociones y sentimientos reales, fruto de esa vivencia). Ya no eres el mismo que fuiste entonces, ni eres el mismo de hace 2 días, cada palabra, cada situación e incluso cada respiración o pensamiento, te cambian… por eso mismo debes avanzar, por amor y respeto a ti mismo.

Es natural que sientas cierta inseguridad e incluso miedo, ¿por qué no? Lo desconocido asusta, pero el cambio es un proceso inherente a la vida y aprender a enfrentarlo no es sólo sinónimo de madurez, sino que se convierte en una nueva oportunidad. No se trata de desprenderse del todo, se trata de incorporar alguna novedad, de hacer lo que llevas tiempo queriendo hacer y entonces, abrazar tu presente con todo lo que te puede ofrecer.

Recuerda que no hay a dónde volver, sólo existe el a dónde ir. Desocupa espacio de tu pasado para dar lugar a nuevas formas en tu presente y por consiguiente, en tu futuro…

La vida es un constante empezar y terminar, se nos presentan diferentes etapas o situaciones y es preciso saber y aceptar cuando el final de un ciclo de vida ha llegado. Es necesario saber cuándo cerrar puertas, ciclos, capítulos, etapas de la vida, o como quiera que se le llame… lo importante es no quedarse estancados en el pasado o insistir en quedarnos en una etapa que ya terminó.

Muchas veces cuando hablamos de cerrar un ciclo de vida o terminar una etapa, se piensa en la pareja que de una u otra manera ha formado parte de nuestra vida amorosa, si ponemos atención a la vida diaria nos damos cuenta, que lo que hasta hoy ha sido rutina se puede ver alterado porque nos llega el momento de terminar o de cambiar lo que ha sido el patrón de nuestra vida, los cambios no los escogemos, pero son parte de la vida, porque nada es para siempre, ni siquiera la vida misma. Muchas veces sin apenas darnos cuenta ya no tenemos el mismo trabajo, y muy en contra de nuestros deseos, nuestra relación con nuestra pareja por las razones que sea llegó a su final, o nos encontramos haciendo maletas porque debemos irnos a vivir a otro país.

Muchas veces el pasado lo añoramos en nuestro presente, nos negamos a dejarlo ir, insistimos en regresar a él, si después de todo, nadie nos prometió que seríamos niños para siempre o que podríamos atrapar la adolescencia, ni siquiera nos podemos afanar por estar unidos a quien también ya cerro su ciclo con nosotros.

Destruyamos el pasado, aceptemos que es mentira lo que dijo alguien “déjalo volar, si regresa es tuyo, si no regresa nunca lo fue” porque la realidad es diferente, se fue porque fue tuyo, pero ya no lo es, si no hubiera sido tuyo no te dolería tanto dejarlo ir, cambia tu imagen física, si antes no te gustaba el color blanco, ahora te puede ir muy bien, porque los cambios externos también pueden ser un símbolo de cambios internos, muchas veces tan necesarios para la recuperación y para trascender en la vida que con ciclos cerrados y cambios sigue siendo tu vida.

Nada en esta vida está garantizado, ninguno nos garantiza siempre ganar, y debemos aprender que a veces ganamos y otras perdemos, no hay nada ni nadie que nos devuelva el pasado, ya se fue, se terminó y debemos dar vuelta a la página y entender que lo único que nos pertenece es el presente, lo que vivimos hoy, y si ese hoy se va, dejémoslo ir, soltémoslo aunque no nos valoren ni nos reconozcan y a lo mejor sin que ni siquiera se enteren quienes somos, o como somos, o qué hicimos por este o por aquel, no esperemos “glorias y laureles” después de todo, lo que dimos de nosotras lo dimos y lo hicimos con gusto y con amor.

Vivamos y aceptemos cerrar ciclos sin resentimientos, sin rencores, porque “revolcarnos “en el pasado nos daña, a veces lentamente, y eso nos hace amargarnos y envenenar lo bueno que pueda existir en nuestro interior.

Aprendamos a aceptar los cambios en nuestra vida y entendamos que lo que nos sucede hoy es lo que nos dará los mejores resultados para mañana y que lo único que nos diferencia de las personas felices, en armonía y paz es la manera con la que decidimos reaccionar ante la vida.

An Medina

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