Muchas veces en nuestra vida nos encontramos con situaciones desagradables, incomodas o simplemente muy difíciles de afrontar o superar, sin entender por qué nos sucede eso en cualquier momento determinado de nuestra vida.
No encontramos consuelo y a veces esas heridas y dolores nos acompañan por mucho tiempo, haciendo de nosotros personas solitarias, resentidas o simplemente heridas, lo cual nos cierra a muchas oportunidades.
El cometido de este Post el día de hoy no es para que sanes de la noche a la mañana tus heridas o dolores, sino es para que entienda que todo tiene un fin y que así como llega con seguridad se tendrá que ir.
Todo pasa… Nada se queda… Todo se transforma
Cuando me inicié en el mundo espiritual, fue porque me sentí perdida muy perdida, odiaba todo lo que se me atravesaba en el camino y solamente me pasaba por la mente lo injusta que había sido conmigo la vida al quitarme a mi madre a mis 24 años de edad.
Y fue entonces, que en mi búsqueda por sentirme mejor y entender lo que había sucedido me topé con este escrito de Lise Burbeu:
“Nuestra alma elige los padres y las circunstancias de nacimiento por razones muy precisas. Venimos a experimentar una serie de vivencias para sanar una serie de heridas, y así integrar la personalidad con el alma. Venimos a aprender a aceptar y amar incondicionalmente partes de nosotros que hasta ahora han vivido ignoradas y con miedo. Somos atraídos hacia padres con heridas como las nuestras para recordarnos qué hemos venido a amar.
Aprender a aceptar nuestras heridas es aprender a ser responsables y a amarnos incondicionalmente, y esa es la llave para la transformación y la sanación del alma.
¿Te has dado cuenta que cuando acusas a alguien de algo, esa persona te acusa a ti de lo mismo?. Verifícalo con la otra persona, y aparte de sorprenderte, verás cómo te liberas de juicios.
No aceptar nuestra herida, sentirnos culpables, con vergüenza o juzgarnos, es atraer circunstancias y personas que nos harán sentir esa herida no aceptada.
Aceptar la herida no significa que sea nuestra preferencia tenerla; significa que, como seres espirituales que elegimos vivir la experiencia humana para espiritualizar la materia, nos permitimos experimentar esa herida sin juzgarnos y aprender de la experiencia. Mientras haya miedo, hay herida y hay un juicio o creencia que bloquea su sanación. Cuando aprendemos a aceptar nuestras heridas estamos desarrollando el amor y estamos espiritualizando la materia.
La sanación se produce totalmente cuando nos aceptamos a nosotros. El perdón hacia uno mismo es lo que finalmente nos sana, y para eso hay que aceptar que uno mismo es responsable de todo lo que le ocurre, y aceptar que ha acusado a otros de hacer lo que uno mismo hace a los demás. En el fondo, todos somos humanos, y aceptar nuestras limitaciones es lo que nos hace humildes y nos permite descubrir nuestra herencia divina.
Las cinco heridas del alma más comunes son:
– El rechazo – El abandono – La humillación – La traición – La injusticia
No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni sentir esa herida”.
Gracias a esto pude entender que mi alma estaba herida, sentía abandono e injusticia, porque de la noche a la mañana ya no tenía ese ser tan maravilloso que la vida me había arrancado.
Entendí que así como había vida también había muerte y que simplemente en vez de seguir renegando lo sucedido debía trabajar en mi sanación y empezar a perdonar al universo por lo que sentía me había arrebatado.
Cuando atravesamos por situaciones difíciles, nunca nos damos cuenta el daño que nos hacemos nosotros mismos al no aceptar y al no entender los cambios que nos da la vida, nos queremos quedar ahí rengando, llorando, sufriendo, sin querer entender o aceptar eso tan triste que nos sucedió.
No nos damos cuenta que nuestra función es honrar a ese algo, a esa persona, a ese ser que se fue de nuestro lado, llenándonos de sanación y perdón y agradecer por sobre todas las cosas sus enseñanzas y presencia el tiempo que se pudo.
Sé que muchos hemos pasado cosas duras y difíciles pero debemos permanecer de pie en esta batalla de la vida, entender que lo único que nos pertenece somos nosotros mismos y que si aprendemos a superar y sobrellevar estas situaciones seremos mejores seres humanos cada día.
La vida de nadie es fácil, todos siempre pasamos por cosas, todos alguna vez nos hemos sentido mal, creo que a todos nos ha dejado alguna pareja, se nos ha muerto algún familiar, hijo o hemos quedado con alguna condición que nos afecte físicamente, pero lo que tenemos que aprender es a valorar cada situación, cada persona y sobre todo a la vida misma que gira para regalarnos algún sentido o enseñanza.
A partir de este día decide honrar la memoria de quien no este, y prométete a ti mismo sanar esa herida del alma que por el resto quedará grabada en tu corazón, pero no permitas que te impida vivir, que te impida seguir adelante.
La vida está llena de cambios, de ciclos de transformaciones y la función de nosotros es hacernos mejores cada día.
Llénate de fortaleza y empieza a trasformar tu realidad con la simple decisión de sanar y seguir adelante.
Todo pasa… Permite que termine el ciclo… Permítete la transformación.
An Medina