Siempre es preciso colocar punto final. Hacer esto te ayudará a dar entrada, a un montón de historias nuevas y oportunidades, no las arruines viviendo el presente con un pasado que ya no existe.
Muchas veces, pensamos que con los cambios inesperados en nuestra vida perdemos algo, pero en realidad, no nos damos cuenta de que con el cambio, por pequeño que sea, traemos una nueva oportunidad a nuestra vida, creando así nuevas e ilimitadas posibilidades y oportunidades.
Es el no aceptar lo único permanente. Es el “no hacer” lo que provoca el estancamiento e impide el avance, un pozo sin fondo del que es complicado salir a no ser que se cree ese cambio que en la mayoría de las veces, es necesario.
Y éste es justo el enfoque que hemos de dar a algo tan vital como la capacidad de cerrar etapas, momentos, ciclos, situaciones, relaciones… Pues las puertas entreabiertas únicamente dejan que pase la mitad de la felicidad y que salga la mitad de la tristeza.
Para lograr cerrar alguna etapa lo primero que debemos hacer es ser claros y directos con aquello que representa para nosotros esa vivencia, pues sino estaremos siempre estaremos pensando todos los “por qué”, tratando de entender por qué sucedió o no sucedió todas las cosas que lleguen a tu mente…
Es importante entender y reconocer que la única respuesta a todos esos “por qué” es que algo debe cambiar… Acepta, reconoce y entiende eso que te niegas a cambiar y habla contigo mismo, y entiende que esos pensamientos repetitivos sólo te enjuician y encarcelan, porque la situación ya está en el pasado y no podemos hacer más que pasar de hoja y leer el nuevo capítulo.
¿Te imaginas cómo sería un libro en el que todos los personajes hacen siempre lo mismo en cada uno de los capítulos?
¿Te imaginas cómo sería una novela en el que todos los personajes hacen siempre lo mismo en cada uno de sus episodios?
¿Te imaginas cómo sería tu vida en el que las únicas personas que conozcas sean las de tu jardín de infancia?
Te hago estas preguntas para que entiendas que la vida siempre necesita cambios y nosotros necesitamos transformarnos gracias a ellos, necesitamos experiencias, conocernos, aprender de nosotros mismos y sobre todo entender que el pasado, ya pasó, él ahora es lo único que tienes y es en lo que debes centrarte, en el ahora con quién eres tú en este mismo instante (con tus emociones y sentimientos reales, fruto de esa vivencia). Ya no eres el mismo que fuiste entonces, ni eres el mismo de hace 2 días, cada palabra, cada situación e incluso cada respiración o pensamiento, te cambian… Por eso mismo debes avanzar, por amor y respeto a ti mismo… Es un compromiso.
Es natural que sientas cierta inseguridad e incluso miedo, ¿por qué no? Lo desconocido asusta, pero el cambio es un proceso inherente a la vida y aprender a enfrentarlo no es sólo sinónimo de madurez, sino que se convierte en una nueva oportunidad.
No se trata de desprenderse del todo, se trata de incorporar alguna novedad, de hacer lo que llevas tiempo queriendo hacer y entonces, abrazar tu presente con todo lo que te puede ofrecer.
O quizás ni siquiera sepas lo que quieres en tu vida, lo que te guste o lo que te haga realmente feliz, y es entonces donde entra esta situación a fortalecerte y a impulsarte buscar eso que te complemente y te llene, más allá de una pareja o trabajo.
Desde mi aprendizaje personal puedo decirte que lo más horrible que me pudo pasarme en la vida me regaló este descubrimiento interno, no tuve que ir al Himalaya, sólo entendí que eso tan feo que sentía, que me destrozaba sólo me impulsó a conocerme, ir dentro de mí, sanarme y transformarme.
La transformación no es una tarea difícil, lo difícil es dejar de lamentarse y salir del papel de víctima, una vez que te des cuenta como pierdes el tiempo con la negación de lo que te sucede podrás entrar al hermoso camino de la transformación.
Recuerda que no hay a dónde volver, sólo existe el a dónde ir. Quita de tu mente el espacio de tu pasado para dar lugar a nuevas formas en tu presente y así construir el futuro que te mereces.
An Medina
