“Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. No sé si me quisiste... No sé si te quería... O tal vez nos quisimos demasiado los dos. Este cariño triste, y apasionado, y loco, me lo sembré en el alma para quererte a ti. No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco; pero sí sé que nunca volveré a amar así. Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que no te olvidaré; pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mí... Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti”- <Poema: La Despedida. Autor: José Ángel Buesa>
Este poema de Buesa para mi es emblemático cuando pasamos por una ruptura amorosa, porque representa exactamente lo que deberíamos hacer, porque de seguir, el daño y el dolor serán aún más grandes.
Duele, pero en ocasiones no queda más remedio que decir adiós.
Decir adiós no es sencillo, y es especialmente difícil cuando la persona que se ha marchado de nuestro lado representa tanto para nosotros. Pero debemos saber decir adiós, aceptar el final, y saber continuar pese al dolor de nuestro corazón.
Escribir y leer acerca del adiós y las despedidas resulta difícil y doloroso, porque un adiós significa que un vacío ha quedado en tu corazón.
En nuestro paso por la vida hay muchos adioses que se dicen, pero los que más pueden marcarnos significativamente son los que se dan en relaciones de pareja, porque significa desprendernos del sentimiento que hemos construido durante algún tiempo.
Por cada adiós hay un vacío, no es fácil cerrar los ojos y hacer de cuenta como que no está pasando nada en nuestras vidas, al contrario, de alguna manera son sueños que se nos han ido rompiendo.
¿Son los demás quienes se marchan, o nosotros quienes nos quedamos? ¿Cuál es la diferencia, con los que mueren o con los que dejan de amarnos y simplemente nos olvidan?
¿Quién se va, quien se queda?
Una buena pregunta que nos hacemos. Quizás somos nosotros las que nos vamos y los demás quienes se quedan sufriendo.
El olvido también es una forma de decirnos adiós, significa que ya no estamos en la vida de quienes se alejaron; perder así a la persona que se ama es algo fuerte, es como que caminásemos por cuartos oscuros y no encontrásemos luz que nos ayude a salir de la soledad.
Pero aun consciente del dolor que pasas, recuerda que el tiempo lo cura todo, aunque en ocasiones el proceso parezca interminable. Llegará el día en que despertarás queriendo volver a vivir, deseando renacer de nuevo.
La persona que ama sólo se da cuenta de todo el dolor que conlleva esa pena cuando algo termina, sobre todo cuando es algo definitivo y terminante.
En cada etapa de nuestra vida más de una vez debemos decir adiós a alguien que hemos amado, cuando decimos adiós rompemos con todo el pasado y volvemos a ser tan libres como podamos.
Lo importante es que no pienses que tu vida acaba con este adiós. Simplemente es una nueva etapa de tu vida que va a comenzar y debes permitirlo simplemente porque ya no te queda más remedio… Debes seguir adelante con tu vida.
No debemos olvidar que con cada caída nos volveremos a levantar.
La experiencia nos servirá para madurar. Es bueno guardar silencio cada día, para ver qué nos pasa y hacia dónde queremos ir.
Debemos aprender a cerrar capítulos para volver abrir otros nuevos, pero con más experiencias y menos fallas.
Es bueno que siempre nos miremos al espejo y sepamos desear seguir con nuestra vida, progresar, madurar, luchar y disfrutar.
Recuerda que todos los seres humanos estamos hechos para vivir superar estas luchas, y por muchos malos momentos que hayamos tenido, lo más hermoso es poder volver a empezar, y saber que entre nosotros y nuestra pareja no habrá adioses porque con seguridad habremos encontrado la persona justa para nosotros.
Siempre ten presente que para probar la dulce, tendremos que haber probado lo amargo… Esta es sólo una etapa más… Todo Pasa… Siempre, Pasa.