
“Se trata de un camino donde uno se construye a sí mismo. Se trata de un camino donde uno entiende la vida de una manera distinta. Se trata de un camino donde el dolor y el sufrimiento ya no son protagonistas. Se trata de un camino donde me encontré conmigo mismo”- Rene Rebetez.
Y es que a veces nos pasa que no nos encontramos a gusto con nuestra vida, o por lo menos sentimos claramente la necesidad de cambiar alguna parte de ella. Es como un llamado que nos dice que algo debe cambiar, que ya no estamos a gusto… Esto sucede generalmente cuando enfrentamos algunas dificultades en nuestra vida que simplemente nos sugieren que algo debe cambiar, pero el problema es darnos cuenta de ello.
Siempre que afrontamos dificultades con nuestras relaciones, llegan a nuestra vida personas que nos reprochan, menosprecian, abusan, etc. Incluso observamos este fenómeno en nuestros vínculos más importantes, la familia, pareja, compañeros de trabajo, amigos. Simplemente estas uniones negativas sacan a la luz lo que tenemos en lo más profundo de nuestro interior.
Cuando padecemos conflictos en nuestra prosperidad, manifestamos escasez, y aunque nos empeñemos en transformar esta adversidad, por ejemplo, buscando nuevos empleos, trabajando horas extras, estudiando más, solo seguiremos mostrando la misma carencia que yace en nuestro interior.
Por último, si sufrimos alguna enfermedad, sea un simple resfrió, ello expresa muy directamente la existencia de desarmonía en nuestro mundo interno. De hecho, cualquier dificultad que exista en las otras dos áreas antes mencionadas, también testimoniará la discordancia en nuestra personalidad.
Con estos conflictos la vida nos pone a prueba. Simplemente nos beneficiamos de una nueva oportunidad para transformarnos y modificar nuestro entorno, para mejorar ampliamente nuestra vida: debemos cambiar porque ello implica evolucionar.
A veces pensamos que el requisito para que nuestra vida sea perfecta, o al menos un poquito mejor, radica en que deberían cambiar los otros, los de afuera, mi pareja, el vecino, mi jefe, los clientes, mis padres, etc. Pero, al final, siempre llegamos a la misma conclusión:
Somos nosotros quienes debemos cambiar primero para que nuestro mundo exterior pueda transformarse.
Cuando realizamos algún cambio interior, por muy pequeño que sea, también detectamos transformaciones significativas en nuestro mundo exterior. Además, la relación entre estos dos cambios, al parecer, se muestra exponencial: modificaciones pequeñas en nuestro universo interior producen variaciones de mayor escala en nuestro ambiente exterior.
Yo sé, en este momento piensas: “¿por qué hubiera yo elegido padecer esos problemas, enfermedad, escasez, etc.?” Pero, debes entender que no los has elegido tú, es el paso que necesitas superar para mejorar tu presente.
Por un momento piensa, si te quedas ahí parado en lo negativo de tu vida, en tus sombras o en tu sufrimiento, nada va a avanzar, nada va a transformarse, sólo incrementará el malestar y la mala situación, si si si, sé que no es fácil superar una situación difícil, pero más difícil es permanecer largo tiempo en ella llenando de oscuridad tu vida.
El camino de la transformación es aquel que tomamos cuando aceptamos todo, absolutamente todo, lo que nos pasa en la vida, cuando me desprendo de las personas, cuando entiendo que no es el otro, no es la situación, soy yo y lo que yo hago con lo que me pasa, es mi fortaleza interna y mis ganas de seguir adelante.
Por eso hoy entiende que si quieres que tu vida cambie, tienes que cambiar tu con ella, debes transformarte, debes empezar a ver esta situación de una manera distinta, debes dejar de justificarte y sobre todo abandonar el papel de víctima.
Entiende:
TODO PASA…
Recuerda la situación más fea, o la caía más dolorosa… Todo eso pasó y quedó en nuestro pasado. Entonces, ¿Por qué no puedes continuar ahora?
En este camino lo principal es hacernos más fuertes, más sanos de mente y de cuerpo, más sabios. Nada sucede en vano, deja de resistir el cambio y entiende que es tu momento de transformarte.
An Medina