Nuestra vida esta llena de encuentros con los demás, ya sea con un familiar, un amigo, nuestra pareja o incluso un desconocido. Andamos continuamente encontrándonos con los otros, interactuando con ellos, sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la naturaleza y riqueza de estos encuentros.
Ya sea un pequeño instante, como largas horas conversando, cada uno de estos encuentros, lleva consigo mucha riqueza y crecimiento si nos detenemos a observarlos.
Dos personas se encuentran, cuando sus mundos se encuentran
El encuentro entre dos personas, ya sea a través de la amistad, el amor o cualquier otro motivo, es algo complejo. Cada persona es un mundo, un misterio, con sus experiencias pasadas, sus características personales y sus miedos. Las relaciones con los demás por lo tanto son un misterio, un enigma.
Cuando dos personas se encuentran, es como si se creara un nuevo mundo a partir de ellas, con tan sólo reunirse, una nueva existencia aparece, y es a través de este fenómeno cuando ambas personas comienzan a cambiar y transformarse, fruto de la relación que ha comenzado entre ellas.
Y es que es como decía Carl G. Jung, “El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”. Y aunque en el comienzo tan solo se reúnan las periferias o superficies de éstas, si se gana intimidad o se vuelve más cercana, poco a poco pueden llegar a unirse sus centros o profundidades. Es decir, ya no son una persona y otra, desde el momento en el que se relacionan se forma como un compedio de todas sus interacciones, la esencia de la relación en sí misma.
Cada persona es responsable de un encuentro con una palabra, una frase, un gesto o su silencio. Lo importarte es que nunca dejamos de comunicarnos, porque aun cuando no lo pretendemos y callamos, ya estamos enviando un mensaje al otro con nuestro silencio. Y sin embargo, muchas veces pasa desapercibida la riqueza de todo esto.
Ya sea un encuentro agradable como uno desagradable, todo lo que sucede nos influye, permitiéndonos crecer de una u otra manera. Lo importante es que nos demos cuenta, que vivamos la interacción, y saquemos el jugo que ésta nos ofrece para avanzar en nuestro aprendizaje.
No es solo preocuparnos qué hay de bueno o malo en el otro, sino de ver cómo nos afecta, y qué podemos extraer de todo ello hacia nosotros. Sumergirnos en ese encuentro, y aprovecharlo para ir creciendo, dándonos cuenta de dónde erramos, cómo acertamos, que enseñamos o nos enseñan, siendo capaces de apreciar la belleza de la interacción, la capacidad de compartir.
Lo importante no es trabajar solo con nuestra experiencia, sino enriquecernos con la que nos enseñan, y aprovechar el momento para disfrutar de esa vivencia, positiva o negativa, pero que si somos conscientes jamás nos dejará indiferente porque aprenderemos de ella.
También sé que cuando toco estos temas, nos emocionamos por saber en este caso como se dan las almas gemelas por lo cual aprovecho este post para entrar en esos terminos una vez más.
Muchas personas suelen hacerse preguntas como: "¿Alguna vez voy a encontrar mi alma gemela?", "¿Estoy con mi alma gemela ahora?", "¿Es él/ella mi alma gemela?", "Algo ocurrió, pensé que él/ella era mi alma gemela, ¿qué ocurrió?"
Posiblemente esas preguntas se relacionen con el problema común de la búsqueda de un amor incondicional e ilimitado. Esto puede reflejar la experiencia de amor por parte de ambos o uno de nuestros padres lo que para la mayoría ha sido sentido como incondicional e ilimitado. Ningún romance comparte esas características, ninguno es ni incondicional ni ilimitado.
Cuando nuestras experiencias reales no cumplen con esos estándares muchos de nosotros suponemos que no hemos encontrado la persona adecuada, y que cuando encontremos a la persona adecuada entonces quedaremos realmente conformes con la relación. Así podemos ir de relación en relación buscando algo que no existe fuera de nuestra relación materna/paterna.
Es importante entender que el encuentro con nuestra alma gemela se dará de la nada, sin necesidad de forzar encuentros, sin que sea parecido a algo o a alguien, con mucho amor y respeto hacia ti, con una confianza ciega, sin expectativas, sólo siendo y dejando ser.
Cuando ya no esperes, cuando ya no forces, cuando ya no intentes cambiar, cuando ya sólo quieras ser una nueva y mejor versión de ti mismo, entonces, estarás en presencia de tu Alma Gemela.
Quizás sea sólo un concepto, o quizás en esta vida te toque encontrarle y vivirlo, pero lo más importante que debes entender es que para lograr manifestar este gran amor, lo principal es desarrollar y trabajar el amor por ti mismo