top of page

Cuando entregamos demasiado



A veces, sólo a veces, tenemos la sensación de que estamos dando y dando pero, sin embargo, no estamos recibiendo ni un poco de lo que estamos entregando.

Generalmente esto nos suele ocurrir cuando estamos tristes, pues sentimos que no obtenemos ningún tipo de recompensa y acabamos pensando que el mundo no es merecedor de nuestra dedicación.

Cuando te cansas de dar y dar sin recibir puede que, incluso, acabes evitando que alguien te ofrezca ayuda. Así, la falta de reciprocidad se acaba alimentando a una cadena de desencantos y dolor.

Si te ocurre esto, lo mejor es abandonar tu puesto y relegar esas obligaciones que te has impuesto, pues es un intercambio que resulta tóxico para ti y que, por lo tanto, destruye tu salud física y sobre todo mental.

Y es que pasa que ya no estás dando porque te sale del corazón, estás dando porque esperas recibir algo o esperas una acción de la otra persona, queriendo obligar a que ésta te dé lo tú le estás entregando.

Déjame decirte que así no funciona esto de dar y recibir, porque para dar, se tiene que dar lo que uno quiere en el momento, lo que nace del corazón, sin esperar nada a cambio, sin esperar una acción que retribuya eso que estás haciendo, porque de lo contrario sería imponer una acción a alguien más.

Y entonces, no estarías dando nada de corazón, estarías imponiendo acciones en otra persona o manipulando resultados y la verdad eso está muy mal, porque al final la persona que termina más afectada eres tú.

Muchas veces esto lo hacemos de manera inconsciente porque creemos que con nuestra acción recibiremos lo mismo, que si nos sacrificamos o si nos desgastamos en una acción la otra persona lo hará igual, y creo que es momento de darnos cuenta que así no es y nunca será mientras estemos esperando un resultado en especial.

¿Cómo puedo saber si estoy dando demasiado de mí?

Si te estás cansando, si te invade la tristeza, la desilusión o el desencanto y si sientes que lo que haces por la otra persona es una carga cuando no debería serlo.

Entonces estas entregando mucho de ti y esperando demasiado de la otra persona.

Y es aquí cando tenemos que evaluar nuestra situación, y analizar con objetividad si de verdad tiene algún valor todo aquello en lo que estamos ocupando toda nuestra energía.

Es probable que la otra persona ni siquiera se dé cuenta, de todo aquello que estás entregando, por eso es recomendable y necesario armarse de valor y aclarar estas cuestiones. También puede que sí que se percate del tema pero que le interese mantener la situación.

Entonces, lo mejor es poner a prueba ese interés dejando de esforzarnos por satisfacer sus necesidades y ver lo que sucede después.

¿Te amas lo suficiente como para dar con justicia cuando estás recibiendo lo mínimo?

No vale de nada luchar contra viento y marea por una persona que no mueve ni un dedo. No sirve ayudar constantemente a alguien con un trabajo que no está interesado en aprender a realizar. No nos hace bien dar esperando recibir, y más cuando estas personas aún conscientes de todo aquello que estás entregando aún son incapaces de realizar algo al respecto.

No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. La única gratitud sin la que no podemos vivir es la gratitud hacia nosotros mismos, pues es el pilar fundamental del amor que puedas sentir por ti mismo y base esencial de tu crecimiento personal.

El dar nunca está demás. Pero, da para sentirte bien. Da mucho. Da poco. Pero da siempre.

Cuando ayudamos a alguien le estamos ofreciendo una parte muy importante de nosotros. Obviamente, no vamos a dar ni a agradecer nada a quien se está aprovechando de nosotros. Eso nos haría sentir necios, a la vez que resulta peligroso para nuestro autoestima y nuestro bienestar.

Solo nos hace falta darnos cuenta de lo que agota y desmoraliza dar demasiado sin recibir nada a cambio porque esperamos mucho de los demás.

La verdad es que podemos agradecer lo que los demás hacen por nosotros de muchas maneras. Podemos hacerlo con una simple sonrisa, con unas palabras o con nuestras acciones. Lo que está claro es que el agradecimiento es siempre una forma de dar o de corresponder por algo que hemos recibido.

La reciprocidad sana es aquella que tiene como base un intercambio que responde a la gratitud. Ofrecer un gracias o cualquier otro acto de recompensa es reconocer que la persona a la que tenemos delante hizo algo que nos produjo felicidad.

El agradecimiento es un importante pilar para nuestro bienestar y para nuestra salud. Su ausencia nos duele y nos frustra, llegando a crear una espiral de lamentos y de quejas que nos hará sentirnos tristes y desilusionados.

Agradecer y ser receptores de gratitud nos hace sentir personas válidas y merecedoras de amor, lo que mantiene nuestra autoestima y nuestro bienestar emocional en buenas condiciones. Tanto en los buenos como en los malos momentos nos reconforta y nos impulsa a seguir dando y, por supuesto, a seguir queriendo recibir.

Por eso es importante entender que podemos dar todo lo que queramos a quien queramos porque así nació de nuestro corazón, sin esperar nada más, porque cuando esperamos es que comenzamos a lastimarnos

231 visualizaciones0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo
unnamed-3.png
bottom of page