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Lo bueno viene con lo malo Y, lo malo viene con lo bueno

An Medina


Cuando analizamos nuestros momentos más memorables, generalmente tienen que ver con uno de estos dos extremos, bueno o malo. Aun así, en este instante, la gran mayoría han cambiado de alguna forma u otra. La alegría más intensa se habrá convertido en una felicidad más constante o puede haber desaparecido por completo. De la misma manera, el desafío más desagradable se habrá amenguado o haber sido resuelto en tu totalidad.

El dicho, “Lo único constante en la vida es el cambio,” nos señala que cualquier situación puede cambiar. Aunque no siempre es para “bien” en ese instante, todo cambiará. Cuando nos enfocamos en lo que está en nuestro poder, podemos influir sobre la intensidad y frecuencia de la gran mayoría de estos acontecimientos.

Lo que es “bueno” y “malo” suele ser una función de cómo interpretamos cada evento. Podemos considerar lo bueno que puede surgir hasta de la situación más desagradable. Aunque no todo es color de rosa, podemos alargar e intensificar los momentos mágicos de nuestras vidas. Cuando las nubes opacan el sol que antes brillaba, podemos encontrar consuelo en el hecho de que el mismo viento que trajo la oscuridad también se la llevará.

Y es que así se nos presenta la vida con momentos buenos y malos. Y esto también pasa con las personas, muchas veces podemos definirlas como buenas o malas pero lo que no sabemos es que esto es la definición que nos tocó a nosotros realizar de esas personas.


Un ejemplo de ello es, que si hoy te preguntaran qué tiene en común un soldado que pelea en una guerra y una madre que cuida con ternura a sus hijos, probablemente tu respuesta sea “nada”. Ambas acciones opuestas, y te parecerá imposible comparar el amor maternal con la agresividad y los horrores de un conflicto bélico. Pero lo que entendemos como “el bien y el mal” tiene mucho más en común de lo que en apariencia somos capaces de ver. La madre y el soldado son un claro ejemplo.

Y puedo llevar aún más allá mi ejemplo puedo decirte que esta visión del mal y del bien también está tan presente en ti como en mí, quizás unos más que otros con la balanza equilibrada y algunos con el mayor peso en uno de sus lados.

Y es que cada uno de nosotros lleva un Gandhi y un Hitler en su interior. Digo esto de modo simbólico. Con Gandhi me refiero a lo mejor que hay en nosotros, a nuestra parte más compasiva, mientras que Hitler representa lo peor que hay en nuestro interior, lo negativo y la mezquindad.

Nuestras lecciones en la vida involucran trabajar con nuestra mezquindad, despojándonos de nuestra negatividad y descubrir lo mejor que hay en nosotros y en los demás. Estas lecciones son las pruebas de la vida y nos convierten en quienes somos.

Estamos aquí­ para sanarnos los unos a los otros y también a nosotros mismos. Y no me refiero a la sanación del cuerpo fí­sico, sino a una sanación mucho más profunda. La sanación de nuestro espí­ritu, de nuestra alma.

Cuando hablo de aprender nuestras lecciones me refiero a resolver los asuntos pendientes. Esto no tiene que ver con la muerte, Sino con la vida. Se refiere a nuestras preguntas más importantes, como ‘Sí, me he ganado la vida, pero ¿Me tomé el tiempo para vivir de verdad? ’ Muchas personas han existido, más sin embargo jamás han vivido de verdad, Y gastan grandes, grandes cantidades de energía en mantener ocultos sus asuntos pendientes.

Los asuntos pendientes son el mayor problema de la vida; son también el aspecto primordial al que nos enfrentamos al encontrarnos con la muerte. La mayoría de nosotros morimos con una gran cantidad de asuntos pendientes y otros mucho con al menos unos cuantos.

Como conclusión te puedo decir que no existen personas buenas o malas, simplemente les tocó ser de ese modo contigo. Fíjate siempre en la lección por aprender y deja de darle peso a intentar saber por qué hizo tal o cual cosa.

Hay tantas lecciones que aprender en la vida que resulta imposible hacerlo durante una sola existencia. Pero entre más lecciones aprendemos, más cuestiones resolvemos y podremos vivir la vida con más intensidad, y realmente plena, por eso toma en cuenta cada lección que tiene la vida para enseñarte. Y no te quedes sólo en lo bueno o lo malo sé parte del equilibrio.

Aprende tu lección... Respira... y acepta el perfecto Flujo de la vida.

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