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Como es arriba… Es abajo



De pequeña, desde muy pequeña mi madre se encargaba que mi mente volara al espacio, cuando para dormir me contaba las aventuras de Zeús el “Dios del Olimpo”, o Thot el “Dios de Egipto”, entre otros dioses mitológicos.

Quizás suene extraño que ella me contase a mis 4 años acerca de esto, pero esa era su manera de repasar toda la literatura que debía estudiar, y la mejor forma de hacerlo era compartiendo ese tiempo con sus hijas.

Crecí amando esas historias y personajes, porque a medida que iba creciendo me daba cuenta de que las estrellas eran una proyección en el cielo de esos seres mitológicos. Quizás esa sea la principal razón por la que me gustan tanto.

Cada día me fui enamorando más del cielo y sus hermosos componentes, leí mucho acerca de ello, aprendí:

  • Que los planetas se mueven solos y que las estrellas permanecen quietas, y la razón principal es porque los planetas tienen vida y las estrellas no.

  • Que el sol produce el día y la noche, el verano y el invierno, y el paso de los años.

  • La luna controla el ciclo sexual de muchas especies, incluida la humana, y tiene gran importancia para las plantas.

  • Que los planetas no tienen influencia clara sobre el planeta tierra. Pero, increíblemente influyen sobre la raza humana.

Sé que estamos inundados de información acerca de los planetas y de cómo influyen cada uno de ellos en ti. El mejor ejemplo es, el por qué un buen astrólogo puede definirte de manera tan exacta sin conocerte, y es que no está hablando de ti, está leyendo lo que dicen los planetas acerca de ti.

Mi objetivo con este post, no es inundarte de información acerca de cómo Saturno o Mercurio pueden afectarte en el día o no, por ejemplo. Mi idea es hacerte ver y entender que lo que sucede arriba está estrechamente conectado con lo que sucede abajo, que tú eres ese campo de luz en la tierra destinado a cumplir su misión, quizás dada por los Dioses, la Divinidad o el mismo Universo. No importa tanto que creencia tengas, pero sí importa mucho en función de qué actúes, tu alma o tu ego, porque cuando dejes de escuchar el ruido de afuera podrás conectarte con lo que llevas dentro y lo que está dado para ti.

Puede ser difícil o no, eso no puedo discutirlo. Pero, sí sé y estoy segura de que cuando aprendemos a ver la vida de manera distinta esta empieza a tratarnos de manera distinta, cuando dejamos de pegarnos en situaciones y ciclos esta sabe muy bien como recompensarnos.

Cuando nos damos cuenta que las “casualidades” no lo son tanto, y que cada cosa buena o mala que nos sucedió fue porque exactamente debía ser así, nos convertimos en seres únicos, evolucionados, capaces de no conformarse con lo que tienen ahora, si no en ir en la búsqueda de aquello que aman y le dicta su alma.

No tenemos idea del poder tan maravilloso que reside dentro de nosotros, no tenemos idea de cómo podemos cambiar y transformar cada una de las situaciones, no tenemos idea de cómo podemos modificar y transformar nuestro destino, no tenemos idea de cómo la dulce voz de nuestra alma tiene más peso que la odiosa y fanfarrona voz de nuestro ego.

Una vieja leyenda hindú explica que hubo un tiempo en el que todos los hombres eran dioses. Se dice que abusaron tanto de su divinidad y poder que Brahma, el Dios Supremo, decidió quitarles el poder divino y esconderlo en un lugar inaccesible. El gran problema fue encontrar el escondite apropiado. Cuando los dioses menores fueron convocados para resolver el problema, propusieron:

- Vamos a enterrar la divinidad del hombre bajo la tierra.

Brahma respondió:

- No será suficiente. Cavará y cavará y al final la encontrará.

Entonces los dioses propusieron:

- En este caso podemos esconder la divinidad en lo más profundo de los océanos.

Brahma respondió:

- No, pues tarde o temprano el hombre explorará las profundidades de los océanos y seguramente un día la encontrará.

Entonces los dioses menores dijeron:

- No sabemos dónde esconderla. Parece que no hay un lugar en el cielo ni en la tierra ni en el mar, donde no pueda descubrirla algún día.

Y Brahma dijo:

- Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre: la vamos a colocar en lo más profundo de sí mismo. Será el único lugar donde nunca se le va a ocurrir buscar.

Dice la leyenda que, desde la noche de los tiempos, el hombre ha dado la vuelta a la tierra, la ha explorado, escalado, navegado, cavado, incluso explorado el universo y otros mundos buscando algo que tiene en su interior.

Quizás por eso pocos lo logran, porque muy pocos saben cómo romper todas sus barreras externas y llegar hasta su centro y encontrar todo este poder.

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