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El Arte de Bendecir



El Universo bendice mi vida:

Con toda su luz, amor y energía para que yo goce siempre de una salud perfecta y llena de armonía.

Para llenar mi corazón y mi alma, de amor y alegría para que yo pueda dar lo mejor de mi en cada momento.

Para darme una mente abierta y pueda aceptar la belleza y la felicidad que me ofreces en cada uno de los instantes de mi vida.

Me regala Luz, sabiduría y seguridad, para hacer que mi vida y la de los demás resplandezca según su destino, haciendo un mundo mejor.

Me llena paz, amor, abundancia y bienestar, para compartir con todos los seres de la tierra.

Así es y así será.

Al despertar, bendice el día porque ya está lleno del bien invisible que atraerá tus bendiciones, porque bendecir es reconocer el bien ilimitado que es la esencia misma del universo y espera a todos y a cada uno de nosotros.

Cuando hables con las personas en tu mente, bendice su salud, su trabajo, su dicha, su relación con Dios, el Universo y con los demás. Bendícelos en su abundancia, en sus finanzas, bendícelos de todas las formas concebibles, porque tales bendiciones no solamente siembran semillas de sanación, sino que un día brotarán como flores de alegría en los espacios vacíos de tu propia vida.

En el instante mismo en que alguien exprese la más mínima agresión o falta de bondad hacia ti, responde con una bendición: bendícelos totalmente, con sinceridad, con alegría, porque esas bendiciones son el escudo que los protege de la ignorancia de sus propias equivocaciones y desvía la flecha que iba dirigida a ti.

Bendecir significa desear, de forma incondicional, totalmente y sin restricción, el bien para los demás y para lo que sucede, desde la más profunda fuente de bondad en el más recóndito rincón de tu corazón.

Bendecir es invocar la protección divina, pensar o hablar con agradecimiento, otorgar felicidad­ aunque nosotros mismos nunca seamos los dispensadores, sino sencillamente los felices testigos de la abundancia de la Vida.

Bendecir todo, sin discriminación alguna, es la forma más elevada de dar, porque aquellos que bendigas nunca sabrán de dónde llegó el súbito rayo de sol que atravesó las nubes de su cielo y tú pocas veces podrás ser testigo de la luz en sus vidas.

Cuando en tu día algo salga completamente mal, cuando algún evento inesperado acabe con tus planes y a hasta contigo mismo, llénalos de bendiciones: porque la vida te está enseñando una lección y ese evento que crees indeseado, lo pediste tu mismo para aprender la lección con la que habrías de tropezar si no la bendices. Las pruebas son bendiciones disfrazadas y los ángeles las acompañan en su camino.

Bendecir es reconocer la omnipresente belleza universal oculta a los ojos materiales: es activar la ley de atracción que, desde los confines del universo, traerá a tu vida exactamente lo que necesitas experimentar y disfrutar.

Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Así que mantén constantemente un pensamiento profundo y dedicado a esta acción y así llenarás tu mente de paz, creando las mejores situaciones a tu vida ya que una bendición siempre es retribuída.

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