
Cualquier cambio nos enfrenta a lo desconocido, echa a volar nuestra imaginación y ésta se deleita en imaginar las peores telenovelas, provocándonos un vacío en el estómago.
Nos asusta arriesgar lo que tenemos y quedarnos sin nada, que los demás nos vean como estúpidos, bobos o quien sabe que, que nuestra idea no valga la pena a la larga… y si no enfrentamos y manejamos esta falta de confianza, nos paraliza y frena el que llevemos a cabo nuestros sueños, que crezcamos como seres humanos y que tengamos cualquier aprendizaje.
¿Y sabes qué? Escribir sobre esto está siendo un maravilloso recordatorio para mi misma que me está permitiendo no desanimarme en ciertas causas que ya daba por perdidas y que me tenían un poco desanimada.
Ahora la pregunta obligada para ti y para mi es…. ¿Cómo enfrento ese miedo y lo convierto en una energía positiva?
La primera estrategia es crear en la mente una “armadura” para ver el miedo al fracaso de forma muy distinta y así dejar de estar bajo su control. Y tomando en cuenta la información que te comparto a continuación:
No tenemos que negar nuestro miedo. Es más sano dedicar un tiempo a reconocerlo, sentirlo en el cuerpo, ponerle nombre, e incluso darle forma y tamaño. Luego puedes descomponerlo en partes, analizando todos los componentes de ese miedo, y viendo cada uno de esos componentes como un pedacito más pequeño, en lugar de un monstruo enorme y amenazador. Pregunta a cada una de esas partes qué necesita de ti para alejarse…. Te podrás sorprender de lo que aprendas.
Los fracasos son sólo baches en el camino que te dan retroalimentación. Deja de pensar en ellos como el final del camino, aunque hayas luchado mucho por conseguir un resultado. Mantén la cabeza puesta en el panorama más amplio, en donde un error es sólo una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, de fortaleza y de perfeccionamiento de algo que estamos aprendiendo a hacer cada vez mejor. No son el final del camino, y sí pueden ser trampolines que te impulsen mucho más lejos o más alto si no te das por vencida y dejas de intentarlo.
Ni tú ni yo somos un fracaso: tuvimos un fracaso. El fracaso es un episodio finito en el tiempo, nunca una persona. A veces el pensar en el fracaso nos recuerda eventos pasados en los que nos sentimos ridiculizados por haber hecho algo mal, y deteriora la manera como los demás nos perciben, nos reconocen, aceptan y validan. Y tal vez hemos dado mucha importancia toda la vida a que eventos externos decidan cuánto valemos y permitimos que las opiniones de los demás determinen nuestra autoestima, a tal grado que pensamos que somos nosotros mismos la personificación del fracaso.
Fracasar no implica que seamos unos fracasados; por el contrario, es una prueba de valentía, prueba de que lo estamos intentando y estamos en el camino de aprender cómo hacerlo bien. Es simplemente que no hemos llegado a dominar un proceso todavía, pero definitivamente estamos mucho más cerca de hacerlo que quienes ni siquiera lo intentan. Son éstos quienes normalmente te criticarán y tratarán de hacerte sentir menos, para ellos no sentir la culpa por no ser tan valientes como tú. Y quienes verdaderamente te aman, estarán siempre para apoyar a la persona que eres a pesar de y gracias a tus errores.
Si siempre permaneces en tu zona de confort, no creces. Si nunca te equivocas, es porque aquello que quieres lograr es demasiado fácil y no te hará aprender nada. No te merece. Sólo puedes fallar cuando has ido demasiado lejos, y esto es de lo que se tratan los retos que realmente te harán sentir orgullosa y plena…. De ir demasiado lejos y traspasar tus propios límites, descubriendo de lo que eres verdaderamente capaz.
Todo el mundo tiene miedo: TODOS. Incluso los más grandes genios de la historia, los ganadores de óscares y medallas olímpicas, tus héroes, y aquellos a quienes parece que todo les sale bien. Y no hay nada de malo en ello, como dijimos anteriormente, significa que lo que estás haciendo vale la pena porque te hará hacer cosas que nunca has hecho, romper paradigmas y crecer. El miedo siempre será parte del proceso y nunca desaparecerá por completo. Cuando sientas que toma control sobre ti, ponle una cara, y dile que lidiarás con él en otro momento, que en este no tienes tiempo porque debes concentrar tus energías en cosas positivas, en imaginar el triunfo, en saborear la victoria. La gente exitosa no lo es porque no tenga miedo, sino porque es capaz de atravesar ese miedo diariamente, una y otra vez, y actuar a pesar de él.
Estas pues, son algunas estrategias, que tienen que ver con tus creencias, pero hay otras estrategias de índole más práctica para reducir tus miedos hasta el punto que te permitan actuar para lograr lo que sea que traes en la cabeza y que sabes que te hará más pleno y más feliz que aquello con lo que te estás conformando hoy y son tan simples como escribirlas, distrae tu mente leyendo un buen libro o escuchando la música que más te gusta, ten caminatas al menos de 15 minutos, ejercita tu cuerpo y sacarás las toxinas de tu cuerpo.
Ya no tengas miedo y entiende que todo lo que nos pasa es sólo una lección que cuando nos hacemos cargo podemos transformarnos