“Dentro de cada uno de nosotros hay una batalla de dos lobos. Uno de ellos representa el mal. Él es la ira, la envidia, los celos, la tristeza, el pesar, la avaricia, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, las mentiras, el falso orgullo, y el ego.
El otro lobo es el bueno. Representa la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la benevolencia, la empatía, la generosidad, la verdad, la compasión y el alma. La misma pelea está ocurriendo dentro de ti y dentro de cada persona, explicó un sabio anciano cherokee.
-Entonces, “¿Cuál lobo gana?”.
-“Aquel que tú alimentes”.- Leyenda Cherokee.
Cito esta leyenda porque en cada uno de nosotros, siento que estos dos lobos se atacan uno al otro, día tras día. Cada hora. La mayor parte de los minutos y quizás sea una buena manera de entender toda esa revolución de sentimientos y emociones que suceden dentro de nosotros.
Tratando de entender esta analogía me encontré con un texto de la Autora Therese Borchard <With Depression, the Wolf You Feed Is the Wolf That Wins> por lo que les dejaré las más importantes y si logran identificar alguna de éstas en ustedes mismos, puedan trabajar en transformarlas, ya que expone la visión de cada lobo en diferentes escenarios.
“Un lobo está resentido por el infierno que siente al no poder hacer o conseguir cualquier cosa que se propuso en algún momento. Y el otro lobo está completamente agradecido por la oportunidad de al menos poder intentarlo.
Un lobo cree que su sufrimiento es único, que nadie podría entender la angustia que siente. Está resentido con aquellos que nunca han sentido lo que él siente en ese momento, y desearía poder experimentar esa clase de felicidad, ignorada para la mayoría. Está cansado de contar su historia a personas que no lo entienden.
El otro comprende que todo el mundo está luchando siempre una batalla de algún tipo, que cualquiera que haya nacido en este planeta ha experimentado algún tipo de sufrimiento. Este lobo le dice que se olvide de la persona feliz que la mayoría de la gente trata de aparentar ser, que cada persona lleva por dentro su propia historia, sus lágrimas debido a tragedias, tristezas, angustias y temores los cuales son ocultados al mundo, pero que no obstante ahí están, forman parte de sus vidas, de sus historias.
Un lobo cree que si aquellos que están presentes en su vida pudieran escuchar sus pensamientos, de seguro lo abandonarían. Este construye un muro de piedra alrededor de su mundo mórbido para evitar ser herido de nuevo.
El otro le recuerda que ellos nunca lo han dejado solo durante esos momentos de desolación, que siempre han estado presentes en sus momentos más horribles, y que a pesar de todo aún están a su alrededor. Este lobo dice que puede sentirse a salvo siendo real y transparente, pues la paz viene con la autenticidad.
Un lobo cree tener la certeza de que nunca se sentirá mejor. Ha renunciado a tratar de mejorar. Está cansado y desilusionado, se ha dado por vencido. Después de haber abierto su mente una y otra vez a nuevas ideas y estrategias, e invertido la energía necesaria para ponerlas en práctica, siente que ya no tiene más espacio en su corazón para la esperanza.
El lobo bueno le recuerda que su porcentaje de éxito por trascender los tiempos difíciles ha sido hasta ahora del 100 por ciento, que siempre hay espacio para la esperanza, incluso si un corazón se ha convertido en una roca dura después de tanto intentar, fallar, probar, fallar y fracasar una vez más. Dice que a pesar de que la depresión pareciera ser permanente, no hay nada en este mundo que lo sea, que las variables bioquímicas de nuestro cerebro evolucionan, que las relaciones cambian y las situaciones también, que nada se mantiene inalterable de un momento a otro, por lo tanto siempre existe la posibilidad de comenzar de nuevo, y de que la sanación ocurra.
Supongo que alimento ambos lobos todos los días sin darme cuenta.
Cuando extiendo mi mano para alimentar el amor y la esperanza, el otro lobo arrebata las golosinas, y de repente estoy llena de envidia e ira. Trato tan duro de hacer todas las cosas correctas –comer bien, meditar, hacer ejercicio, orar, ayudar a la gente– pero el “mal-estar” se presenta y me obliga a tener que empezar de nuevo.
Pero ahora sé sobre estos dos lobos.
Sé lo engañoso que puede ser el lobo de la desesperación, pero también sé lo poderosa que puede llegar a ser la fuerza de la compasión y la bondad.
Todo lo que tengo que hacer es seguir tratando de alimentar al lobo de la paz y la benevolencia, para seguir teniendo esperanza. Tener fe, incluso cuando estar sana y gozar de buena salud pareciera imposible. El otro lobo con el tiempo se aburrirá y dejará de pedir alimento”
A lo que tu le des poder seguirá creciendo y a lo que se lo quites disminuirá, sólo nosotros podemos transformarnos, solo nosotros podemos sanarnos, solo nosotros podemos decidir lo que queremos ser y a cual lobo alimentar.